
Fundamentos Doctrina Espírita.
I. Existencia de Dios
Hay un Dios, una inteligencia suprema y causa primera de todo lo que existe. Es eterno, infinito y justo, como el gran arquitecto del universo, pero no un ser distante, sino una presencia amorosa que guía la evolución.
Jesús es considerado el espíritu más puro y evolucionado que ha encarnado en la Tierra, un ejemplo perfecto de amor, humildad y sabiduría. En el espiritismo, no es visto como Dios, sino como un hermano mayor, un maestro que nos muestra el camino hacia la evolución espiritual a través de sus enseñanzas y ejemplo de vida. ¡Es como la estrella que guía nuestro barco en el viaje del alma!
II. Jesús guía y modelo
III. Inmortalidad del alma.
El alma es eterna, no muere con el cuerpo. Somos espíritus que habitamos temporalmente un cuerpo físico, como un viajero que usa un vehículo para una etapa de su viaje.
Vivimos múltiples vidas para aprender, evolucionar y reparar errores. Cada reencarnación es una nueva oportunidad para crecer espiritualmente, como capítulos de un libro que escribimos con nuestras acciones.
IV. La reencarnación
V. Ley de evolución
Todos los espíritus estamos en un camino de mejora constante. Desde la ignorancia hasta la perfección, cada paso nos acerca más a la sabiduría y al amor universal.
Todo lo que hacemos genera consecuencias, en esta vida o en las siguientes. Es como una balanza cósmica: nuestras acciones (buenas o malas) siempre vuelven para enseñarnos o recompensarnos.
VI. Ley de causa y efecto
VII. La comunicabilidad de los espíritus
Los espíritus desencarnados pueden comunicarse con nosotros a través de la mediumnidad, como un puente entre el mundo visible e invisible. Es como recibir mensajes de seres queridos o guías espirituales.
El universo está lleno de vida. Otros planetas albergan seres en diferentes etapas de evolución, como vecindarios cósmicos donde todos aprendemos lecciones distintas.
VIII. Pluralidad de mundos habitados
IV. Ley de justicia amor y caridad
Esta ley es el corazón del espiritismo. La justicia asegura que cada acción tenga su consecuencia, equilibrando nuestras vidas. El amor es la fuerza que nos une como hermanos espirituales, impulsándonos a ayudarnos mutuamente. La caridad, entendida como amor en acción, nos invita a practicar la bondad sin esperar nada a cambio, como un abrazo que damos al universo. ¡Es la guía para vivir en armonía con los demás y con nosotros mismos!